Hola,
Hoy quiero traer una frase provocadora, casi irónica, del gran Ieoh Ming Pei, el arquitecto detrás de obras icónicas como la Pirámide del Louvre o el Banco de China en Hong Kong:
«La arquitectura es el arte de cómo desperdiciar el espacio.»
¿Desperdiciar? ¿Un maestro del orden, de la geometría y de la precisión milimétrica diciendo que la arquitectura desperdicia espacio?
Sí. Y lo dice con toda la intención del mundo. Porque lo que está haciendo no es una queja, sino una provocación: una invitación a replantear cómo entendemos el uso del espacio.
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No todo lo útil es valioso. No todo lo valioso es útil.
Vivimos en una época obsesionada con la optimización:
“Aprovechar cada metro cuadrado.”
“Minimizar pasillos.”
“Maximizar la superficie útil.”
Y sí, todo eso puede ser eficiente… pero no necesariamente arquitectónico.
Lo que Pei nos recuerda con humor es que la arquitectura necesita aire. Necesita silencio, vacío, transición, espacios que no estén pensados para hacer, sino para sentir.
Pensemos en un gran vestíbulo que no sirve para “nada” más que para respirar.
En un atrio bañado por luz natural donde no hay sillas ni mostradores, solo una pausa.
En un patio que parece un “lujo inútil” hasta que te das cuenta de que ahí ocurre la vida del edificio.
Ese “desperdicio” es, en realidad, espacio ganado para la experiencia.
El arte de lo innecesario necesario
Pei sabía que un edificio no es solo la suma de sus funciones. Es una secuencia de momentos.
Y para que esos momentos existan, hace falta espacio no explotado, no programado, no optimizado hasta el agotamiento.
Y sí, eso puede parecer un desperdicio en una planilla de Excel. Pero en la vida real, es lo que transforma un edificio útil… en un lugar memorable.
¿Qué sería de la arquitectura sin generosidad espacial?
Si todo espacio tiene que justificar su existencia con una función concreta, estamos diseñando como contadores, no como arquitectos.
La arquitectura —la buena— regala metros que no están al servicio del rendimiento, sino de la emoción.
¿Un ejemplo?
La Pirámide del Louvre no era necesaria. De hecho, fue polémica.
Pero hoy es uno de los espacios más fotografiados, admirados y transitados del mundo.
Ese “desperdicio de espacio” elevó el museo a una nueva dimensión de claridad, orden y belleza.
Tu invitación a desperdiciar con sabiduría
¿Estoy dejando espacio para lo intangible: la luz, el asombro, la pausa?
¿Puedo “desperdiciar” un metro para ganar una experiencia memorable?
P.D.: Pei no hablaba de derroche, hablaba de sabiduría espacial. De saber cuándo no ocuparlo todo, cuándo dejar que el vacío también construya. Porque a veces, el arte está en lo que no se llena, en lo que no se usa, pero que lo cambia todo
¿Te atreves a desperdiciar espacio… con arte?
Feliz día 🌬️🍃🍃